miércoles, 25 de febrero de 2015

Tú lo que estás viendo es un equipo de sincro

Las 16 pruebas infalibles

En nuestro medio natural somos inconfundibles. Nuestro preparador físico Oscar siempre nos recuerda una frase del Gran Wyoming que dice… “te pareces a las de natación sincronizada, que se pasan media hora debajo del agua y luego salen sonriendo como si estuvieran locas”. Pues sí, puede que en el agua parezca que estamos locas, pero fuera del agua todavía más. Cuando vamos en grupo a veces nos pensamos que continuamos en nuestro medio, y nos comportamos de formas un poco sospechosas… El otro día tratamos de enumerarlas con las del equipo.

Si alguna vez has percibido varias de estas señales en un grupo de chicas te aseguro que era un equipo de sincro.


  1. No podemos estar más de diez minutos sin recordar algo del entreno.

    Imprescindible la sincronización de pasos.
  2. Si estamos en época de pretemporada seguro que alguna está repasando el equipo haciendo cosas muy raras con los brazos y la cabeza.

    Lenguajes propios.

  3. Jamás nos sentamos normal en los medios de transporte.

    Me di cuenta de que esto no era normal cuando en un vuelo a Méjico
    viene el azafato y me dice en voz baja: las de tu equipo se sientan un poco raro, no?

  4. Nuestro tono y velocidad de vocalización es inversamente proporcional a la energía que tenemos durante un ejercicio.

    Así somos.

  5. Si nos encontramos en un habitáculo en el que la ventilación brilla por su ausencia notarás que desprendemos un característico aroma a “eau de clor”.

    Densidad clorhídrica +200.

  6. A menudo se nos olvida que ya no estamos dentro de la piscina y nos llamamos entre nosotras lanzándonos “agua” (que en realidad es aire) con las manos.

    Si no funcionan los avisos de aire, hay que pasar al plan B.

  7. Si empezamos a enumerar movimientos con las manos sin parar no es una embolia, sino que todavía estamos repasando el equipo (tenemos el récord universal de contar del 1 al 8 más veces que nadie).

    "Un, dos, tres, cua, cinc, sis, set, vuit..."

  8. Nos cuesta disimular la risa en momentos inoportunos, en el agua es más o menos fácil porque puedes hundirte y nadie te ve, pero fuera no tenemos escapatoria.

    Mirada de cocodrilo vs. Peces felices.

  9. En época de enteros (cuando hacemos todas las coreografías mil veces al día) somos la única mesa del comedor en la que nadie habla al mediodía, tipo secta. Máximo alguien pregunta con cara de pánico… ¿cuantos creéis que habrá esta tarde?

    Selfie de una de nosotras en el comedor.

  10. Nuestra marca de gafas en verano nos clasifica directamente como presuntas esquiadoras clandestinas. Hay que reconocer que nos molesta bastante que nos lo pregunten.

    - Vienes de la Molina?

  11. Puede ser que nos encuentres de camino a la piscina cinco minutos después de haber comido, y no dos horas como dice el típico mito de “hacer la digestión antes de tirarte al agua”. Nuestros estómagos han corroborado a prueba de bombas que ésta teoría es totalmente falsa.

    Inventos ingeniosos...

  12. Es imprescindible que vayamos donde vayamos demos nuestro toque personal al asunto.

    "Espagats Surf", una nueva modalidad de Paddle.

  13. Jamás nos verás tocando agua un domingo (a menos que sea para beber) y en verano tenemos alergia a las piscinas. Estamos pensando en fundar una religión que lo prohíba para formalizarlo.
    ¡Agua sin cloro, por favor!

  14. Si eres del equipo de mantenimiento y detectas que eres exageradamente bien recibido por un grupo de chicas, seguro que son de sincro. Más de una intentará sobornarte para que calientes el agua a 40 grados o pongas las corcheras de la piscina más puntual de la cuenta.

    Nuestra salvación a los entrenos eternos... Las corcheras.

  15. Cuando se nos cae algo al suelo es imposible que nos agachemos a recogerlo doblando las rodillas.

    La flexibilidad siempre acaba pasando factura.
  16. Si ves un grupo de personas adultas esperando con mucha paciencia en la puerta de algún club acuático sobre las 22h de la noche, seguramente no sean nadadoras de sincro, sino padres de nadadoras de sincro que no saben dónde se ha metido su hija.
    Efectos irreversibles del cloro.

domingo, 15 de febrero de 2015

Un electrodoméstico en la piscina

El otro día, Andrea (alias Andrew, Android, Andròmina) me recordaba que todavía no os he presentado al único electrodoméstico que “utilizamos” en la piscina: nuestro amigo eggbeater. Se trata de un movimiento de propulsión que hacemos con las piernas para aguantarnos sobre el agua. Traducido del inglés es literalmente “batidora de huevos” o batidora tal cual, pero nosotras somos muy internacionales y le llamamos eggbeat (egbit). Y digo nosotras porque aquí cada equipo lo pronuncia como le parece. Si existiera un diccionario de la Real Academia Sincronil en esta palabra aparecerían un montón de acepciones tales como: ebbi, eibi, egbi, erbi, esbi, ebit… Pero bueno, ahí cada cual es responsable de su nivel de inglés.

(Desde aquí una mención a nuestra querida "Mi arma" Sara Gijón, ya sabes porqué).

Debo decir que en el mundo del agua no somos las únicas que utilizamos tal electrodoméstico, también están los waterpolistas. Ellos y ellas lo llaman hacer la "bicicleta" pero, entre tu y yo, creo que el movimiento en cuestión se parece mucho más al que hacen las hélices de una batidora que al de las ruedas de una bici...





Pero antes de enzarzarnos en un debate infinito de nomenclaturas, vamos a analizar en qué consiste este movimiento de propulsión que nos permite aguantar nuestro cuerpo (de hombros para arriba) fuera del agua sin necesitar un motorcillo eléctrico debajo.

Para empezar hay un componente psicomotriz imprescindible, igual que cuando aprendes a hacer las remadas, tienes que ser casi tan coordinado como en el juego ese que con una mano das vueltas en la barriga mientras con el otro te das golpes en la cabeza...

Colocas tus piernas como si estuvieras “sentada” en una silla acuática imaginaria, más o menos en un ángulo de 90º y vas dando vueltas alternativamente y sin parar: pierna izquierda en el sentido de las agujas del reloj, derecha en el opuesto. Al principio te sientes como una especie de robocop descoordinado y lunático, pero cuando lo tienes acabas generando un remolino sobre el que puedes aguantarte. No hay que olvidar que los brazos existen y deben moverse “diciendo adiós” hacia abajo y sin separar los dedos (si no el agua se filtra entre ellos y no sirve para nada, excepto para saludar a criaturas marinas imaginarias).

Atención al detalle (por si algun dia quieres probarlo en la piscina de tu camping): parece una tontería pero tampoco hay que olvidarse de respirar, que con la tensión del momento a veces uno desordena sus prioridades y luego la gente nos viene quejándose de que se ahoga en el agua…

Una vez conseguido el nivel 1 aprendemos a movernos hacia delante, de lado, hacia atrás, en diagonal, dando vueltas y todas las combinaciones posibles hasta que ya le pillamos el truco definitivamente y podemos levantar los brazos y sacarlos fuera del agua.




Cuando queremos desplazarnos más rápido por la piscina intercalamos el movimiento de eggbeat con los llamados overs (del inglés por encima de...) que son patadas en dirección horizontal, respecto la superficie del agua.




Y si queremos sacar mucho cuerpo fuera del agua, nos impulsamos para arriba con un boost (del inglés levantar o alzar) haciendo una patada de braza en vertical. Como veis esto es lo que pasa cuando heredas los conocimientos y técnicas de tu deporte de los vecinos yankees!





Así pues combinando toda esta información, el resultado acaba siendo algo así:






Y una vez aprendido el movimiento de eggbeat podrás celebrar que nunca más vas a intentar salir de una piscina como este perro en el minuto 1:10.